martes, 11 de agosto de 2009

Periodismo, compromiso social

Me encontraba realizando mi rutina cotidiana en la mañana del martes 4 de agosto cuando recibí la grata llamada de un amigo quien con la voz en tono alegre me dijo – Feliz día del periodista amiga Adriana - En realidad ni por la mente se me cruzaba aquella fecha institucionalizada desde el año 2004, donde la Ley 918 declaró el día 4 de agosto como el “Día del Periodista y Comunicador”, en conmemoración de la primera publicación de la “Declaración de los Derechos del Hombre”, realizada el 4 de agosto de 1794 por Antonio Nariño, Precursor de la Independencia.

Confieso que no soy periodista y nunca me he sentido como tal, en realidad el camino apenas comienza. Mi profesión es la locución, al periodismo le huí durante mucho tiempo, demasiado compromiso social para alguien que no quería enredarse la vida. No cualquiera es periodista, para serlo se necesita criterio, coraje y una integridad férrea que no le permita doblegarse ante el signo pesos. Entonces, recuerdo y admiro a los grandes, a esos hombres que dejaron su nombre impreso en la historia del periodismo en nuestro país.

Sin viajar muy lejos en nuestro terruño el periodismo también tiene historia, resaltemos por ejemplo una que aún sigue su rumbo en un camino que se abrió a pulso por allá en el 75, cuando un tolimense y tulueño de corazón José W. Espejo, nos enseñó que la constancia, la convicción y la pasión por lo que se hace tienen su recompensa. Así nació El Tabloide, periódico que durante 34 años, ha estado en las buenas y en las malas de nuestro acontecer centrovallecaucano, que nos presenta un periodismo ágil que ha madurado con el pasar de los años, que ha evolucionado al ritmo de la modernidad y se reinventa cada vez, pero ante todo que no pierde su esencia y su razón de ser: ser emisores de la verdad.

Mis letras hoy agradecen a quienes aún defienden esta causa, a quienes con pasión desarrollan esta actividad tan digna de admirar, tan fuerte, pero tan frágil cuando se trata de divulgar las cosas tal cual. Pase lo que pase que tu voz no se calle, que tu pluma sea la espada que esgrimes por justicia, la objetividad una constante y la verdad, la ruta que marque tu destino... Feliz día hoy y todos los días amigos Periodistas.

domingo, 2 de agosto de 2009

El mejor trabajo del mundo

Una noticia que le dio la vuelta al mundo y ha despertado miles de caras verdes de la envidia, la protagonizó el joven británico Ben Southall, quien a sus 34 años se hizo merecedor de “El mejor trabajo del mundo”, con un sueldo US105.000 dólares estadounidenses, ganados a punta de tomar el sol, pasearse en las playas vírgenes de Queenland (isla australiana) y relatar diariamente su experiencia en un blog con fotografías y todo durante seis meses. Esto por cuenta de un reality show australiano que debido a la crisis, busca incrementar el nivel de turistas.

La noticia es magnífica, cualquiera de nosotros desearía un trabajo así, el mejor trabajo del mundo. Mi imaginación se adelanta unos tres meses después de todo este bullicio mediático cuando el joven Southall, haya recorrido de cabo a rabo la isla y sus alrededores y esté mamado del sol, el calor, de bañarse con agua salada y haber entrado en la rutina de divertirse diariamente. Entonces la idea del mejor trabajo del mundo se desvanece y me hace recordar una anécdota que demuestra nuestro interminable inconformismo. Hace un año una amiga se quejaba por lo cansada que estaba en su trabajo, aparte de tener un sueldo bajo, no gozaba de un buen jefe, sus quejas eran constantes hasta que consiguió uno nuevo y mejor remunerado, esta semana me la encontré y de nuevo se quejó por su mala fortuna, este trabajo también la tenía aburrida.

Somos quienes somos donde quiera que estemos, ¿a dónde va el buey que no tenga qué arar?, el mejor trabajo del mundo está en nuestra conciencia, en lo bien que nos desempeñemos, el mejor trabajo del mundo está en agradecer que tenemos uno, que san billete así sea poquito llega, porque la ley de causa y efecto existe, y lo que sembramos eso cosechamos. El mejor trabajo del mundo aparece cuando lo asumimos con una sonrisa, cuando disfrutamos lo que hacemos y cuando estamos convencidos que la magia en la vida existe.

La Rueda Mágica

En Colombia celebramos 199 años de nuestro grito de independencia, ¡vaya, un añito y llegamos al bicentenario! En este lunes feriado todas las calles de nuestra patria se veían tan bonitas adornadas con el tricolor y gracias a la brillante idea del Gran Concierto Nacional, en más de mil ciudades colombianas se instalaron tarimas donde los artistas y músicos, ofrecieron su talento para deleitar a los miles de espectadores, que se congregaron en las principales plazas y en un solo grito cantaron ¡Viva Colombia!, ¡Libertad!, entre otras consignas esperanzadoras, de esas que nos salen cuando estamos imbuidos con el espíritu patrio.

Independencia, palabra que retumba en mi cabeza al recordar vagamente el hecho que rebosó la copa, la excusa perfecta para formar la trifulca, el préstamo de un florero, el famoso florero de Llorente. Sin abusar de la historia ni dármelas de historiadora, ni más faltaba, trataré a mí entender, de remembrar un poco el hecho aquel, para que estemos claros en el por qué nuestro grito de independencia se ha dado.




Durante tres siglos, iniciando desde el descubrimiento de América en 1492, las tradiciones políticas de los criollos, es decir nosotros, giraron en torno al dominio colonial, los españoles. Dominio que se tradujo, como cosa rara, en abusos en los impuestos a la corona, restricciones y discriminación hacia los criollos con respecto a ocupar cargos de poder. Entonces un grupo de criollos ilustres se reunieron en secreto para planear el golpe final que con la excusa del préstamo de un florero, marcó el comienzo de una serie de revoluciones independentista que la historia ha relatado ya. Aquellos esfuerzos no fueron en vano, nos libramos de los tiranos, pero leyendo un poco más me doy cuenta o especulo que la historia vueltas da. Como “la rueda mágica” en ciclos giramos y ahora nuestros opresores en otras pieles han mutado, y tal vez a una Patria Boba hemos regresado. Patria que reclama libertad, que le hace fiesta a una utopía cada 20 de julio, mientras a sus hijos se los come la selva en medio de las sombras. Nuestras batallas se reducen a un polvo blanco, el comodín usado para afianzar la entrada de una nueva corona que llega con los vientos del Norte.

La rueda mágica ha girado, pero a la espera de un Tribuno del Pueblo estamos, alguien que nos aliente con tan premonitorias palabras que con el pasar de los años aún siguen en boga: "Santafereños: Si perdéis estos momentos de efervescencia y calor, si dejáis escapar esta ocasión única y feliz, antes de doce horas seréis tratados como insurgentes: ved los calabozos, los grillos y las cadenas que os esperan". Esta fue la consigna de José Acevedo y Gómez, criollo ilustre con la elocuencia suficiente para mover al pueblo y cuyas palabras pronunciadas aquel 20 de julio de 1810 me llevan a pensar en el grito de Independencia que… ¿hemos dado?