martes, 10 de noviembre de 2009

Pasajes


Todas las mañanas la encontraban allí, sentada sobre su mecedora de madera balanceándose:

adelante - atrás, adelante - atrás…

tejiendo la manta para su amado:

zigzag, zigzag, zigzag…

-¡buenas doña Polonia!

-buenas misiá Delfina.
Una adusta voz se escondía tras la morena figura.

-¿ésta vez será misiá Delfina?

-no, todavía faltan muchos días…

Hasta ese punto les llegaba la conversa. Delfina seguía la ruta empedrada que conducía a la vereda, y Polonia, cual la épica Penélope, su manta tejía al vaivén de su vieja silla:

adelante – atrás, adelante – atrás...

Todavía faltan muchos días.