sábado, 13 de agosto de 2011

The Golden Rush

Vivo en la tierra del oro donde la fiebre es amarilla y los dientes son blancos como el platino.

La tierra de los excesos, de la vida cara, de los sentires intensos.

Excesos en amores, luchas y dolores, ¡carajo! Si es que ya deliro y digo incoherencias… camino siempre con las manos en los bolsillos, como si teniéndolas allí fuera garantía de que no se me escapara la vida. Sigo el paso y le boto mente a todo, a lo que hice, a lo que dejé de hacer… pero ojo, con la convicción de no arrepentirme, lo que se hizo o se dejó de hacer es lo tangible y ante eso, nada.

El caminar me resulta confortable, mis pies se dejan llevar uno detrás del otro siguiendo el mismo ritmo que traigo desde hace años, como si estuviera en huída.

Condenada nómada, condenada a seguir volteando. Sigo caminando después de una de mis pataletas rosa y me encuentro con una casi interminable e insólita hilera de gente esperando el turno mientras el hombre del “cajero móvil”, les recibe dinero y a cambio les entrega un papelito: ¡el baloto! dinero instantáneo, la puerta de entrada a una eternidad terrenal libre de preocupaciones… hoy en plena pasión de la Sub 20, hay otra fiebre, no la del oro, sí la del baloto.

“Si yo fuera rico… lalararalalala la raaa…” ¿cuántas ideas, sueños y promesas hay en cada cabeza que forma la hilera? La mía por un segundo se dibujó al contemplarla. Opa si tiraría todas mis cargas por el retrete y me iría, desaparecería y le daría un sentido más extenso a mi alma navegante y me comería el mundo. 68 mil millones no se encuentran detrás de la puerta, pero sí a tan solo instantes de un golpe de suerte de la maquinita aquella.

En hilera detrás de un sueño, en fila india y pacientes a la espera de Fortuna, en eso se podría resumir la vida. Pacientes nueve meses de espera para salir a la luz y respirar el oxígeno de esta tierra… buscad, buscad y esperad pacientes que todo llega a su debido tiempo. Ah si nos llega la vida, la felicidad, el amor, la pasión y hasta la muerte… y siempre nos toca esperar.