domingo, 16 de noviembre de 2008

¿El mundo es un pañuelo?



Viví la época del blanco y negro y cuando llegó la televisión en color a Colombia, en aquel entonces, una línea telefónica era un privilegio de pocos en mi ciudad, los mensajes más rápidos llegaban por cuenta de un telegrama, el contacto con un computador solo era generado a través de la caja mágica cuando veía los enlatados extranjeros.

La primera vez que escuché decir la frase, célebre tal vez, el mundo es un pañuelo, mi volátil imaginación trataba de identificar el termino tratando de juntar los cuatro lados de la tela en una esfera, cosa difícil era, pero con el paso del tiempo comencé a reconocer y a identificar cada vez más este dicho popular, pues repentinamente la telefonía llegó a mi casa y a la de los vecinos, a mis 13 años tuve el primer acercamiento con un computador, que aunque tenía pantalla naranja y funciones específicas, era alucinante. Recuerdo también que por la ansiedad de conocer el mundo, hice parte de una red de amigos por correspondencia de todos los rincones del planeta, las cartas tardaban en llegar alrededor de un mes, pero la emoción de saber qué había del otro lado del océano era más fuerte y la espera valía la pena.

Tiempo después, muy poco en realidad, al computador le aparecieron colores, llegaron las compañías de televisión por cable, los teléfonos se hicieron de bolsillo, algo grandes en realidad y costosos, pero de bolsillo, que hicieron a un lado al telegrama y en cuestión de unos años, el milagro de la comunicación se hizo más palpable y aterradoramente posible, podía escribirle a cualquier persona en cualquier lugar del hemisferio desde un computador y los mensajes llegaban inmediatamente y lo mejor aún, podía verle.

Ya no hay que esperar un mes para tener noticias del otro lado, con los amigos de otrora por correspondencia, ahora hablamos casi a diario y además nos vemos, enciendo la tele y me doy cuenta del precio del dólar, del petróleo, que los Olímpicos, que Beijín y Pequín son la misma cosa, y si mamá va al mercado y se me olvidó encargar algo, simplemente la llamo y ya está.

Creo que puedo afirmar que el mundo es un pañuelo cuando al hacer clic obtengo todo lo que necesito, comprar, vender, informarme, capacitarme, divertirme, participar en los procesos de gobierno, de comunidad… el mundo en las manos gracias a la tecnología.

Entonces los cuatro lados de la tela están unidos y ante esta realidad nacen los interrogantes, ¿Qué viene después? ¿Llegará el momento cuando la máquina supere al hombre y la ficción de Hollywood no sea más ficción? Como prisioneros, estamos destinados a correr la maratón contra el reloj y lo que hoy nos une mañana nos podría asfixiar. Temo por el futuro, temo por los que hacen fila y esperan por poblar a esta tierra, pero mientras temo, me debato en la contradicción y disfruto de las bondades de la tecnología y de nuevo me preguntó ¿Qué sería de mi vida sin ella?

lunes, 10 de noviembre de 2008

Pasajes


- ¿Cómo estás hoy, cómo está tu humor mi bien amada? - y con un gesto de euforia ella lo mira a los ojos, sonríe y usa el tono más dulce - Muy bien y mucho mejor ahora que te veo, que te tengo... - Un leve gesto de agrado se asoma en su rostro, así es él: impermeable, frío y distante, pero la ama con todas sus fuerzas, con su vida, la ama como un hombre ama intensamente a una mujer, la ama con la confusión que le produce amarla, con el miedo que le produce perder. Entonces se marcha, la deja sentada en su sillita azul, no lo conmueven sus ojos que se cristalizan con las lágrimas, no lo conmueven sus cabellos rizados, no lo conmueve su voz. La deja en su fragilidad de niña, la deja en absurda soledad y mientras su figura se desaparece, ella suspira y se lamenta... solo el tiempo lo dirá...

Respiro

Inconcluso, en agonía

No hay sangre en las venas
No hay vida sin prisa
No hay muerte sin pena
No hay vida en mi risa

En mis venas pienso no hay sangre, se ha ido
Parte como tú partiste
Dejándome vacía y triste

En mi vida hay prisa, angustia constante
La agonía de haber sido mio,
Efímero, eterno, distante, pero mío

¿Y ahora?
Para dónde irás mi bien viajero,
Para dónde irán tus susurros, tus cariños,
Para dónde irán tus besos sin el sabor de los míos

Te esperé, te esperara tantas veces
Te amé y te amara tantas otras
Que hasta a veces el alma me quedó corta

Te escribo ahora en el exilio de tu olvido,
En el exilio del silencio, en el exilio de tus besos,
Tus susurros, tus arrullos, tus deseos,
En el exilio de tu cuerpo que un día esperé fuera mío...

¿Regresas?