domingo, 2 de agosto de 2009

El mejor trabajo del mundo

Una noticia que le dio la vuelta al mundo y ha despertado miles de caras verdes de la envidia, la protagonizó el joven británico Ben Southall, quien a sus 34 años se hizo merecedor de “El mejor trabajo del mundo”, con un sueldo US105.000 dólares estadounidenses, ganados a punta de tomar el sol, pasearse en las playas vírgenes de Queenland (isla australiana) y relatar diariamente su experiencia en un blog con fotografías y todo durante seis meses. Esto por cuenta de un reality show australiano que debido a la crisis, busca incrementar el nivel de turistas.

La noticia es magnífica, cualquiera de nosotros desearía un trabajo así, el mejor trabajo del mundo. Mi imaginación se adelanta unos tres meses después de todo este bullicio mediático cuando el joven Southall, haya recorrido de cabo a rabo la isla y sus alrededores y esté mamado del sol, el calor, de bañarse con agua salada y haber entrado en la rutina de divertirse diariamente. Entonces la idea del mejor trabajo del mundo se desvanece y me hace recordar una anécdota que demuestra nuestro interminable inconformismo. Hace un año una amiga se quejaba por lo cansada que estaba en su trabajo, aparte de tener un sueldo bajo, no gozaba de un buen jefe, sus quejas eran constantes hasta que consiguió uno nuevo y mejor remunerado, esta semana me la encontré y de nuevo se quejó por su mala fortuna, este trabajo también la tenía aburrida.

Somos quienes somos donde quiera que estemos, ¿a dónde va el buey que no tenga qué arar?, el mejor trabajo del mundo está en nuestra conciencia, en lo bien que nos desempeñemos, el mejor trabajo del mundo está en agradecer que tenemos uno, que san billete así sea poquito llega, porque la ley de causa y efecto existe, y lo que sembramos eso cosechamos. El mejor trabajo del mundo aparece cuando lo asumimos con una sonrisa, cuando disfrutamos lo que hacemos y cuando estamos convencidos que la magia en la vida existe.

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