lunes, 7 de febrero de 2011

En la espesura

Cuando estás lejos extrañas lo que dejas,
Cuando regresas a lo que has dejado,
Entonces extrañas lo que dejas lejos…

Aquí el día es soleado, azul profundo y diáfano el firmamento,
El calor te quema la piel, te pica, te abraza…
Allá pocos días son soleados, de vez en cuando azules, casi siempre grises, nublados,
El calor te ahoga, se te pega en la piel, te sofoca…

Extraño mi asombro al ver los cuerpos exuberantes, enormes, tanta carne, tanta riqueza…
Fértiles como esa selva que nos rodea y que nos traga cuando desciende el Jetstream 41 de fabricación inglesa.

Extraño mi asombro cuando viví los primeros funerales,
Fantásticos, extraídos de cuentos…
Funerales morados con sombrillas de colores paseándose por la Primera con la banda repuntando la marcha fúnebre, al ritmo de melodías que me evocan a una New Orleans que no conozco.

Extraño mi asombro y encanto al darme cuenta que un gorro de baño es el mejor aliado para evitar que se dañe el alissé, que podes salir con gorro de baño a la calle, que es tan normal como la sombrilla. Entonces las puedes ver todas bellas, elegantes, frondosas y acicaladas conduciendo su moto o de pasajeras, con la lluvia encima y el gorrito de pepitas cubriendo su cuidada cabellera…

Amo su frescura, sus prioridades mundanas tan personales, tan coherentes, tan suyas…
la amplia y blanca sonrisa, esa mirada inocente que aún en el fondo siento que clama libertad.

Amo esa selva espesa, el verde esmeralda en sus mares costeros que me hipnotiza, su fauna gigante que temo. Envidio su ritmo, su movimiento de cadera tan erótico, provocador y lujurioso, tan natural.

Transito sus calles y no me siento ajena, me sumerjo en su gente, sus olores, sus colores, sus sabores, me deslumbro con sus rutilantes adornos hechos del oro que brota abundante solo allí.

Vivo y respiro el presente, me trago y conservo en mi memoria todos los episodios vividos y esperaré ávida los que llegarán en aquella espesura, en mis tesoros quedas hermosa tierra negra.

Salud a tu gente, a tus calles, a tus colores, a tus sabores, a tus olores, a tu humedad…
A tu salud y gracias porque me adoptaste, me alimentas y me das historias para contar.

2 comentarios:

Carlos Humberto Castillo Quintero dijo...

hola ADRIANA que bella descripción de El Chocó. Enamora cada una de tus palabras y sin duda la SELVA esa que se tragó a José Eustacio Rivera en "La Vorágine" te ha revelado sus secretos... Uff que bueno que dejes brotar la poeta que hay en Ti.. un abrazo y felicitaciones.

Unknown dijo...

Cahuca!

Qué bellas palabras, gratificantes y reconfortantes, me animan a seguir adelante.

Mil gracias, un abrazo para vos.