jueves, 2 de octubre de 2008

¿Qué quieres ser cuando seas grande?


Esa es la interminable pregunta que todos nos hacemos algún día en nuestras vidas. Era común encontrarse con las rípicas respuestas: "yo quiero ser bombero, yo policía, yo quiero ser médico y salvar muchas vidas, yo quiero ser como mi papá..." un momento, y yo, ¿qué hay de mi, qué quiero ser cuando sea grande? Me preguntaba a los diez años cuando de repente el interrogante surgía en medio de los juegos del recreo y todos tenían respuestas menos yo.

Y era difícil para mi, considerando que muchas cosas me gustaban: amaba a los animales, entonces pensé en ser veterinaria; era quien hacía las curaciones en casa y no me importaba cuánta sangre involucrara y siempre leía libros sobre medicina, entonces pensé en ser médico; me encantaba viajar, conocer nuevos lugares y si a eso le sumaba mi gusto por el inglés y aprender idiomas, entonces pensé en ser azafata o auxiliar de vuelo, que es lo mismo; y ni hablar del teatro, el arte, la cultura en general, estaba en todas las presentaciones y obras del colegio, pues bien, también pensé en ser actriz o estudiar bellas artes.

Los años pasan implacables, rápidamente y cuando menos piensas estás en las temibles pruebas de ICFES y "en menos de lo que canta un gallo" sales de once y ¿a qué? Si no tienes nada definido, si tu mente está en blanco, no hay orientación, tienes en cuenta que vives en provincia y en aquella época las opciones educativas eran limitadas y además el factor $ pesaba sobre la idea de estudiar en otra ciudad "estás frito". Salí de once a ver qué hacía: primero pensé en descansar (¡JA! ¿descansar de qué?, ahora sí quiero descansar), entonces alguien me habló de un curso de casi un año donde enseñaban sistemas y esas cosas, decidí tomarlo y pasé el curso, que por cierto era un secretariado y no entiendo para qué lo hice si lo que menos quería en mi vida era ser secretaria y mucho menos llevar una vida de rutina en una oficina; gané en conocimiento claro está, pero en fin.

Durante el secretariado aquel, hice dos amigas que tenían planeado estudiar una de las carreras del futuro: Tecnología en Sistemas, me dije: - bueno con los sistemas no me va mal, no habiendo más, estudiemos sistemas - otro error, una cosa es manejar programas y el famoso paquete de office, otra muy diferente es enfrentarse a crear los algoritmos y convivir con el querido lenguaje C. Lo dicho, solo pude estudiar dos semestres, tiempo suficiente para renunciar a los números con su complejo y perfecto mundo. Después de analizarme, mirar mis cualidades y fortalezas, me decidí por el mágico, y en alguno de los casos desagradecido mundo de los medios de comunicación, así que arreglé maletas y me fui para Cali donde estudié una técnica, que apenas ahora afirmo con la carrera, porque entre otras cosas también aprendí que un título pesa, puedes saber mucho pero sino tienes uno en tu bolsillo, no vales nada.

y bien, de esa historia han pasado más de diez años y entre idas, vueltas, muchas satisfacciones y experiencias de vida, me di cuenta que al final hice una buena elección; podría decir que me queda el sin sabor de no haber elegido a tiempo, tal vez hubiera ganado algunos años de experiencia, pero al final se que de todo lo pasado no me arrepiento, porque lo mejor de la vida es construirla paso a paso, disfrutando y amando lo que se hace, esmerándose por dar lo mejor de sí y aprender de lo vivido, porque como dice un importante trovador de estos días: la vida es un ratico...

1 comentario:

Jaime dijo...

Linda Tuluá, linda tulueña

Felicitaciones!

Jaime